Me gusta pensar lo que significan las cicatrices.
¿Cuántas tienes? Veo que ahí dolió pero después sanó. Yo tengo una en el pecho que supura todos los días. Pues el amor no tiene guías, pero sí heridas.
Como dice Sabina: ‘Porque amores que matan nunca mueren’.
Me acuerdo de nuestras conversaciones, de nuestros planes y proyectos que quedaron en eso; solo proyectos.
La vida te puede sorprender pero para eso tienes que querer que te sorprenda. Si no es imposible. Y yo quise que me sorprendiera, y ahora en esas andamos. En intentar ver que todo va a salir bien y que estoy apostando por mis sueños.
– Qué bien hueles, te dije.-
– Tú hueles a tranquilidad. Me respondiste.
Nadie me había dicho eso nunca. Y tú me sonreías mientras cogías la cerveza como un micro y empezabas a cantar en aquel pub la canción de Princesas como si no hubiera un mañana.
Si sale pares te beso; si no, me besas tú.
Fue como cuando haces kitesurf, solo me dejé llevar, le seguí la corriente al viento. Me apetecía volar contigo. Y es que esos ojos aguamarina no se ven todos los días.
Entonces sacaste una moneda de 20 céntimos. Me daba igual lo que saliera pues iba a ganar de todas formas.
Me diste un beso. Como resultado: pares. Ganamos. No era un juego porque nadie perdía. Y justo después me dijiste que me llevarías a la playa. De repente me di cuenta. ¿De qué? Todo lo salado cura: el mar, las lágrimas, el sudor…
Así fue nuestro primer beso.
Esos ojos no los olvidaré, al igual que sé que algo que ya no suena es un río que agua ya no lleva.
¿Cicatrices? ¿Yo? Qué va.

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