Lo sabía, lo intuía… Sabía que tú no eras. Después de pasar un finde juntas 24/7, el domingo me entró la melancolía. Tú estabas con el móvil y yo con un libro, empezaron a caer lágrimas por mis mejillas, así durante 15 minutos, pero tú ni te diste cuenta. Fue en ese momento cuando me percaté de que tú no eras para nada la persona. Y me cuesta ser tan dura. Pero es la verdad.
Recuerdo algunas palabras de una amiga que me decían: “Maca, cuando alguien te llene, lo sabrás, cuando notes esa conexión, te darás cuenta de inmediato”. Y está claro que estábamos a gusto, que había buen sexo y que parecía que sí, cuando en realidad no.
Te conté una cosa muy personal y lo único que me supiste decir fue: “Estoy en shock”. Nada, ni un: “Qué valiente eres”, ni un “Cuánto te admiro”. Me preguntaste que qué querías que me dijeras, yo lo tenía claro, pero obviamente no te lo iba a decir porque eso tenía que salir de ti. Y efectivamente no salió. Creo que hubiera preferido que te fueras, quizá era un poco violento. Pero esa respuesta tuya de: “No sé qué decirte, estoy en shock”, dejó mucho que desear. Al menos a mí, que me estaba dando una oportunidad contigo.
Creo y siempre lo he pensado que las cosas no hay que forzarlas. Eso sí, no cabe duda de que me pareces una buena persona y que tienes unos valores bien asentados. Pero a la hora de ser empática conmigo no lo hiciste del todo bien, por lo menos en mi opinión.
Tenía miedo, miedo al rechazo, a contártelo y que te esfumaras, pero en realidad creo que mi subconsciente lo que quería realmente era que te fueras. Que si no me aceptabas tal y como era bye bye. Y efectivamente creo que tú seguías, pero la que tenía que irse era yo. Es muy difícil desaparecer después de unos días de estar todo el rato juntas, después de plantarte a más de 600km para verme. Pero créeme que no. Que tenía que pasar. Que una de las dos tenía que dar el paso.
Porque para mí fue todo un acto de valentía decirte aquello y tú lo viste como una locura. Pero tenía que hacerlo, ver tu respuesta. Y cuál fue mi sorpresa que tampoco me pareció tan fuerte esa respuesta, que quizá me la esperaba. Aunque la esperanza dejara un resquicio a aquello que me hubiera encantado escuchar. Esta vez no. Esta vez sabía que no eras tú.