Parecía que el destino iba a unir nuestros hilos pues antes de verme ya habíamos intercambiado algún email y tú me decías que querías conocerme.
Ni siquiera sabes esto. Todo ha sido muy rápido.
Me acuerdo perfectamente de que la primera vez que nos vimos tenía que irme y yo no quería, necesitaba estar contigo, mirarte… ver esa forma tan segura que tienes de meterte a todos en el bolsillo.
Los primeros encuentros fueron fortuitos, pero para mí fuiste excepcional y te convertiste en un hábito, pues dicen que si haces 21 días seguidos algo, lo harás de forma automática. Yo pensé 21 días en ti, desde aquella tarde de octubre en la que te conocí y se convirtió en una rutina más en mi vida.
Al principio buscaba excusas tontas para verte (me encantaría que te hubieras dado cuenta). Cualquier chorrada era buena para ver cómo te tocabas el pelo, cómo andabas, cómo eras capaz de llamar mi atención diciendo la palabra precisa. Me gustaste porque vi en ti lo que yo vi que me falta, una persona super segura de sí misma, con las ideas claras. Un bagaje de la vida impresionante. A tu corta edad parecía que habías conocido todos los continentes, culturas… te desenvolvías con una naturalidad apabullante.
Recuerdo que empezó en una amistad, tú sin querer te acercabas y yo notaba como mi corazón iba a mil por hora, más que cuando hago un directo. Tu voz es tan sensual que no he escuchado una igual en toda mi vida. Un día me tocaste la rodilla explicándome algo que no recuerdo muy bien qué era, pero lo que me hiciste sentir con ropa no me lo ha hecho sentir nadie desnuda. Y es que hay quien sabe ser magia, aunque nunca llegue a saberlo. Tú definitivamente eres polvo de estrellas. Da igual por donde pasaras que ibas dejando huella, y no cicatrices, que eso ya dice bastante de ti.
Cada día rezaba por que te cruzaras en mi camino. Un día estaba concentrada en mis cosas y te acercaste a mí. Yo ni te había visto pero tu sensual voz interrumpió mi pensamiento.
-Cariño, me dijiste.
Ese gesto me sobresaltó y yo no pude hacer otra cosa que quitar la vista de mi teléfono móvil y mirarte. Te había reconocido por tu olor, no sabría muy bien definirlo, pero de tu boca salía un rico olor a hierbabuena y desde entonces creo que me encanta ese sabor y deseaba con todas mis fuerzas que estuviera dentro de mí…
Sin duda uno de los días más difíciles fue el día 22. Tú te ibas lejos, yo me despedí sin querer hacerlo sabiendo que seguramente no te volvería a ver en mucho tiempo. Cogí un taxi y recuerdo como una leve lágrima acarició mi rostro sonando de fondo cualquier canción de Kiss FM. Giré bruscamente mi cuello buscando tu silueta, pues yo no quería perderte de vista, y cuando el taxista giró la esquina lo maldije cien mil veces.
Te echo de menos joder, qué poco me gusta decir palabrotas, pero si pienso en todo lo que te echo en falta no lo puedo evitar. Me enamoré de ti en 21 días y solo me quedaba uno más para verte. Recuerdo perfectamente el día y la hora en la que te vi por primera vez.