¿Y lo precioso que puede ser arriesgarse y que todo salga bien?
Que como dice la canción “20 de enero”: y desde entonces te quiero, te adoro y te vuelvo a querer.
Yo decidí arriesgarme contigo, puse toda la carne en el asador porque yo soy así; o todo o nada. Y al final me salió bien, ¿Por qué iba a salir mal? Sí, ya sé que ahora todo es más de usar y tirar… pero nuestras noches rondando por Madrid no se olvidarán y ese ¨puedes contar conmigo¨.
Que tú me ayudaste a realizar mil sueños… con lo que vale un sueño. Los buenos momentos de ayer no se olvidarán. Y ese tren que te encantó coger porque yo me iba a la ciudad (que fue sin querer).
Iba a escribir que ahora que no estás sé lo que significa la amistad, pero aunque no estés físicamente sí que estás. Porque no hay un día en el que no hable contigo, no hay un día que no te comente alguna tontería, y todos los días hay algo de lo que reírnos. Como uno que yo conozco que me dijeron que tocaba el arpa…
Está claro que los kilómetros no separan las verdaderas amistades si no que las refuerzan; que la distancia separa cuerpos no corazones. De verdad, gracias por llenar de luz mi suerte. Porque te has implicado en mis proyectos tanto como lo he hecho yo. Me encantan tus “ya verás cómo te contesta, que todo va a salir bien”.
Gracias por cambiar mis problemas por la suerte, no te imaginas cuanto te debo. Porque para mí la palabra amiga es muy grande. Amigas, con mayúsculas, se cuentan con una mano. Y tú estás en ella. Porque si hace falta recorro 2.714 kilómetros solo para echarnos unas risas.
Y cuando esté allí brindaremos, claro que sí… por seguir siendo tu secretaria eternamente, que eso será buena seña.