La vida es eso

Que alguien llegue y nos ponga boca abajo está guay, porque nos hace sentir un montón de cosas. Pero en ocasiones, aparece otra persona que te da un soplo de aire nuevo, que te ayuda y que te empuja; y es de las mejores cosas que alguien puede hacer por ti.

En estos días de encerramiento he llegado a una de las miles de reflexiones que pienso cuando tengo un poco más de tiempo. Hay personas que pasan por nuestras vidas y dejan una estela muy pronunciada.

Kiss

Yo era un trozo de papel y cuando me tocabas yo me transformaba en otra cosa. Me da por hacer metáforas, y es que cada persona es parecida a un escaparate de una tienda, tú puedes tener tus mejores galas detrás del cristal, ofreces prendas, que serían tu físico, pero también tu personalidad que sería todo lo que hay dentro. A partir de ahí ya cada uno elige si entra o no. Hay ciertas personas que entran y salen en cinco minutos, otras deciden quedarse un poco más de tiempo y bueno está la gente que es cliente de toda la vida, clientes de confianza.

Que alguien se convierta en cliente fiel es difícil y lo mismo me pasa a mí con las personas. Soy de las que valora todo lo pequeñito, es decir los detalles más chiquititos. Y así cómo no voy a estar mucho mejor. Pero ya me estoy cansando de la fugacidad y aunque no siempre se pueda evitar, sí que prefiero huir de ella. Porque esto no va de coleccionar clientes que están desconformes, sino de poner toda la carne en el asador por los que de verdad quieren quedarse, y obviamente de no obligar a nadie a entrar ni forzar las cosas.

Lectura

Así que, cuando alguien decide entrar y salir tan rápido de mi vida, yo le dejo las puertas abiertas y le sonrío, porque prefiero no disimular que hay tan poca cosa… Ya no hablo solo de relaciones amorosas, sino de amistades que un día fueron clientes vip y de repente se pasan a la competencia. ¿Da rabia? Muchísima. Pero no puedes hacer nada, pues como hace tiempo me dijeron: “Si alguien quiere estar en tu vida, si quiere subirse a tu autobús que pague el billete y se lo curre; y si cuando suba al autobús no mantiene ese esfuerzo, la puerta de atrás está para bajarse”. Así es un poco la vida.

Si no hay reciprocidad nunca será mi turno en tu historia, y mira que ha habido numerosas ocasiones en que esta premisa no la entendía, pero ahora las tornas han cambiado y eso no funciona conmigo.

Ya te avisé: para ganar hay que perder.


Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s