No calcules todo, eso le quita emoción a la vida

Hablando con una amiga me dijo aquella famosa frase: “Déjate llevar” y yo le dije: “suena demasiado bien”, como la canción.

Y es que a veces no hay que calcular todo, sino dejar que fluya, que avance así… por su propio pie, sin unas pautas programadas. Y no le faltaba razón porque las cosas que no se planean, al final son las que mejor salen. Porque yo me encontré con tu mirada y no me la esperaba, así de repente. Me clavaste tus ojos azules como quien no quiere la cosa, pero tu mirada es de esas que no se olvidan. Tú llegaste de repente, sin un manual de instrucciones, como la vida misma.

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Y fueron pasando los días y tú cada vez eras más titular en los partidos de mi día a día, y hay veces en las que me pregunto por qué me gustas y no sabría decirte por qué, ¿por qué me fijé en ti? pues eso sí lo sé. Para empezar me fijé en tu físico, no te lo voy a negar, pero eso no fue lo que terminó ganándome, me gustó tu dulzura, «maldita dulzura» la tuya, cómo me hablabas o simplemente el trato que me diste, tus sueños enfrascados en tu mente o simplemente ese olor a quiero y puedo que desprendías. A las dos nos encanta viajar, pero quizá tú lo haces un poco más que yo; y a las dos nos encanta descubrir lugares nuevos para tachar de la lista de improbables.

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Y es que sí, tú fuiste algo improbable… (pero como toda improbabilidad, puede ser probable por definición y deja un resquicio a la esperanza), porque yo recuerdo que aquella noche en la que te conocí no iba a salir, y una amiga me animó y me dijo: «Ve a la fiesta, siempre hay que ir a la fiesta». Y bueno yo sin mucha pretensión ni ilusión me planté allí, y cuál fue mi sorpresa que te vi y mi corazón se aceleró, y fue de 0 a 100 en un segundo. Como las revoluciones de un fórmula 1… a 19.000 r.p.m. iban mis pulsaciones.

La verdad que no sé lo que me convenció de ti. Fueron un cúmulo de cosas, ciertas características que yo sé que me gustan de una persona, pero que no sabría muy bien por dónde empezar a enumerarlas. Porque yo conocía a gente y decía, jolín esto no, esto sí, esto le falta y esto no. Pero siempre había un «es que no sé» o un «y si».

Ahora no calculo, ahora me dejo llevar porque así no le quito emoción a la vida.


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