Que la vida cambia, de eso no me cabe ninguna duda, pero me gusta pensar que los cambios son para bien, y que lo de verdad importante no cambia.
Cambian las etapas de nuestra vida, pasamos del colegio a la universidad y de ahí a trabajar.
Cambia la ciudad donde vivimos, primero Jaén, después Pamplona, y después Madrid.
Cambia dónde vivimos y con quién, pasamos de casa de nuestros padres al colegio mayor y después a compartir piso con amigas.
Cambian los novios, de nuestro amigo de siempre a aquel tío que conociste un verano, o el de tu clase de la uni o el amigo de tu primo… cambian pero todos dejan huella.
Cambian los planes cuando cambian los estados de vida, pasamos de estar solteras a con novio o incluso casadas.
Cambian los compañeros, y de estar todas en clase pasamos a tener cada una distintos compañeros de Universidad, de Erasmus y de trabajo, pero no hemos sustituido a nadie, sino añadido a nuestro cÍrculo a mucha gente increíble.
Cambian los destinos y los tipos de viaje que queremos, primero soñamos con ir a París y conocer la torre Eiffel y Disneyland, luego el interrail, el viaje de ecuador a Punta Cana o el de fin de carrera a India. Cambian los destinos, pero no la ilusión con la que hacemos cada viaje.
Cambian las modas, aunque siempre vuelven; de los pantalones campana pasamos a los pitillo pero ya están volviendo los primeros otra vez.
Cambia la música y bailamos La Macarena, La Bomba, Aserejé, waka waka y danza kuduro con la misma ilusión, pero cada una en su momento. También cambia la forma de escucharla, dejamos el walkman por el discman y de ahí pasamos al MP3 y al ipod.
Cambian los temas de los que hablamos y nuestras preocupaciones, pero seguimos compartiéndolas, y discutiendo hasta encontrar la mejor solución a todo.
Cambian las costumbres y las rutinas, de cenar todos los domingos hemos pasado a un caña después de trabajar los martes, pero lo importante que es que nos seguimos viendo un día todas las semanas, eso no cambia.
No cambia lo que nos empeñemos en mantener, y hoy, al llegar a casa después de nuestra reunión de cada martes me pongo a pensar y doy gracias a Dios porque nuestra amistad no haya cambiado.
PD: para todas mis amigas, no cambiéis.